Num 27Y después que la hayas visto, tú también serás reunido a tu pueblo, como fue reunido tu hermano Aarón.

Debió de ser duro para Moisés que después de aquellos 40 años de fiel pero duro servicio guiando al pueblo a la tierra prometida, no se le permitiera entrar en ella, solo verla en la distancia (Deut. 3:23-27).

Aun así, es bueno recordar que esta tierra no es nuestra casa y que la muerte no es el fin, sino el comienzo. Moisés tenía puesto sus ojos en el galardón (Heb. 11:26) y sabía que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos (Mt. 22:32) y que al fin y al cabo es deseable para el creyente la muerte de los rectos (Num.23:10), pues nos lleva a reunirnos con su pueblo como lo hizo Aarón.

Señor, quiero vivir este día con gran pasión, buscar cada instante lo mejor que me tengas preparado y hacerlo todo para ti con la mayor excelencia. Y quiero Señor ver fruto, la tierra prometida, el resultado de mi trabajo en mi alma y en el alma de los que me rodean, pero no quiero poner en ello toda mi esperanza o felicidad, me conformaría con verlo de lejos, pues saber que un día despertaré reunido contigo y tu pueblo, me anima y satisface.

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