MATEO 25Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

A pesar de haber leído este pasaje tantas veces (v.14-38), siempre que llego a él capta mi atención.

Los talentos que das son parte de tus bienes y nos los das como quieres. No tenías por qué darlos y lo haces, no necesitas nuestro servicio pero lo requieres.

Y nos los das según nuestra capacidad, sin esperar o exigir más de lo que cada uno puede hacer.

Pero a veces el recordar que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, me lleva y me puede llevar a la pasividad, a la inercia.

No quiero paralizarme ante ti, Señor, que el temor a tu santidad, justicia o severidad me hagan inútil, al contrario, quiero que al saber lo que tú eres y como eres y como actúas me lleven a la acción, a esforzarme más en tu gloria, a ser más fiel a tu Palabra, a tus mandatos concretos para mí. Que sabiendo lo que sé de ti y lo que he experimentado ya en mi relación contigo, en lugar de esconder mi talento y esperar, me mueva a poner a la obra mis dones, mis capacidades, mis responsabilidades.

Señor, no me quites lo poco que me has dado, al contrario ayúdame a ser más práctico, más digno, más útil ante tus ojos, ir aún más allá de lo que hasta ahora he hecho. Tú lo mereces.

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