JOSUE 5 12Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer el fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

“Y el maná cesó…” Así, de pronto, después de cuarenta años. La obra sobrenatural de tu mano, proveyendo de pan misericordiosamente para tu pueblo, se acaba.

Pero en realidad no fue así ¿verdad?

Estamos tan interesados y preocupados en ver las cosas excepcionales que haces a nuestro alrededor, porque las haces, que no somos lo suficientemente conscientes de tu mano poderosa y misericordiosa en lo normal y “natural” de cada día.

Cambiar el maná del cielo por el fruto de la tierra, no es dejar de obrar, sino cambiar el modo en que das de comer.

Me gustaría que cada vez que me acerque a un plato de comida pudiera ser consciente que eres tú proveyendo lo necesario, que lo que como, lo que me cubre o lo que tengo es tuyo, viene de ti y te pertenece, aunque sea la tierra lo que lo produce o el dinero lo que lo paga. No es la “madre naturaleza” ni “el señor don dinero”, sino Dios Padre el que cuida de los suyos (Mt. 6:25-34).

Pero lo más maravilloso de todo es que, aunque tú quitaste aquel maná físico, nunca has dejado de ofrecer el mejor maná que también descendió del cielo (Jn. 6:31-35), el pan de vida, que es tu propio Hijo Jesucristo. Además, a los tuyos, a los que vencen, prometes darles de comer del maná escondido (Ap. 2:17)
Sí, puedo estar seguro de que tú me seguirás alimentando física y espiritualmente.

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