1 CRONICAS 4 10E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.

Este paréntesis sobre Jabes en medio de la lista genealógica de Judá me recuerda a Enoc en la descendencia de Adán (Gen 5:22-24). Es como un dulce espiritual en medio de comida insípida.

Tengo que confesar Señor que me cuesta disfrutar en esas largas listas de nombres que a veces trae tu palabra, pero que es como un oasis de esperanza y ánimo encontrarme con personas como estas. Bueno, no tanto en personas como ellas, sino como un Dios como tú.

“Invocó Jabes a Dios… y le otorgó Dios lo que pidió”.

Yo no soy más ni menos que los demás de mi generación, soy uno más en medio de tu pueblo, de tu iglesia, un nombre más entre otros muchos. Deseo más bendiciones sobre mí y mi gente, quiero que mi territorio se ensanche, que mi trabajo tenga mucho fruto y quiero que tu mano me libre del mal, del daño de todas clases que temo y tantas veces me quita el sueño. Pero estoy seguro que la mayoría de los que me rodean, confiando como yo en un Dios como tú, quieren las mismas cosas.

No cambiará nada Señor, si no me concedes lo que te pido, al fin y al cabo, mi esperanza final no está en las cosas de aquí, sino en las de allá, además lo más importante, el perdón en Cristo, ya me lo diste, pero ¿y si sí me lo concedes, y si sí hoy respondes a mi oración y llego a ser un Jabes en la historia?

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