SALMOS 1 2Sino que en la ley de Yahveh está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.

Señor, comienzo los salmos en esta mañana con gran expectación. Como sabes de toda esta despensa de manjares que es tu palabra, tomo cada día un poco de ellos para llevar conmigo en el camino y comer, meditar de ellos en las paradas.

Tengo necesidad de consejos (v.1), de indicaciones concretas para cada asunto difícil y encrucijadas del camino. Necesito de tus vitaminas para mi alma.

Tengo que darte gracias porque cada día mi oído es más sordo para los malos consejeros y me siento cada vez más incómodo con los escarnecedores.

Mi delicia es tu palabra, ella hablándome directamente u otros hablándome de ella. No hay paisaje que la pueda superar en belleza, ni música más deleitosa. Tu palabra produce calma en mi mente, música en mi alma y colores en mi corazón.

Es por eso que necesito y quiero meditar en tu palabra en todo tiempo. No solo gozarme de ella, sino de entenderla y de aplicármela.

Confieso, Señor, que no siempre es fácil. ¡Este terco corazón mío! Pero dame voluntad y oportunidad como ahora, para oírla y seguirla como lo que es, tu palabra misma a mi conciencia.

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