PROVERBIOS 5 18 19Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.

Quiero darte gracias, Dios mío, en esta tarde por el regalo más grande que me has dado, después de la salvación de mi alma. La mujer que ahora, sin saber lo que escribo, está a mi lado.

Reconozco que la lista de bendiciones que has traído y traes a mi vida es larga, que no puedo minimizar ninguna y que no te doy las gracias por ellas como debiera, pero hoy ella, la mujer de mi juventud, está primero.

Sabiendo tú mis necesidades, me diste en ella la ayuda y compañera idónea. Conociendo tú mi tendencia a la melancolía, me concediste con ella motivación por la alegría. Ella me ha dado su juventud y es ella la que me mantiene joven.

Quiero, Dios mío, que hoy y los días que vengan después, me ayudes a amarla como se merece, es decir más, o al menos expresarlo mejor. Quiero que su amor y sus caricias como mujer me satisfagan siempre, que mi pecado no me haga mirar a otra como la miro a ella. Quiero que mi espíritu, corazón, mente y cuerpo se recree en ella y solo en ella. Y que sea así siempre a pesar de nuestros momentos difíciles y agrios, que los hay.

Sí, esta palabra tuya hoy la encuentro fácil.

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