JEREMIAS 24 7Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Yahveh; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.

Con qué pocas palabras y con qué claridad me haces regocijarme teológica y profundamente en esta mañana. Tú no necesitas largas disertaciones para convencerme y estremecerme. Tu palabra y la iluminación de tu Espíritu en mí, me llevan a mi conversión, el cambio que obraste en mí.

Mi corazón natural, del inicio, podía sentir, emocionarse y apasionarse, pero era inestable y contradictorio. Tenía conocimiento sobre ti, pero llevado más por mi imaginación que por ciencia. No tenía capacidad o voluntad para conocerte y amarte. Se movía como a oscuras, a tientas.

Pero un día, de manera milagrosa obraste en mí de tal manera por medio de tu Espíritu, que no era que fortalecieras mi corazón, sino que lo transformaste, me diste uno nuevo. Un corazón que era capaz de descubrirte, sentirte y amarte. A partir de ese momento dejaste de ser un dios más para ser mi Dios y Padre.

Ahora no solo mi corazón te tiene y ama, sino que todo él te pertenece y todo él se llena de ti. Mi corazón, aun cuando no ha podido dejar fuera de mí aun el pecado, se apasiona por ti, de tal manera que parece que se desborda por todas partes. Se goza, aunque no es capaz de abarcarte.

 

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