JEREMIAS 29 7Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Yahveh; porque en su paz tendréis vosotros paz.

Qué inspiradora me resulta esta carta que escribió tu siervo Jeremías (v.1-23) a los exiliados por ti a tierra lejana y extraña.

Tu iglesia parece que también está viviendo en el exilio, aun cuando sea por diferentes razones. Todo a mi alrededor me parece pagano, inmoral, injusto e indigno, y mi percepción es que cada vez parece ir a peor. Tu pueblo no parece encajar ni hacerse comprender. El deseo, casi tentación, es salir apartarse de todo, huir.

Pero hoy tu palabra me recuerda que esta no es tu voluntad, que no quieres que nos apartemos del mundo, sino del mal (Jn.17:15), y que mientras estemos aquí busquemos el bien de todos, pues su bienestar será también el nuestro.

Mi tarea, por tanto, además de proclamar el evangelio y extender tu reino, es la de ser sal, la de traer sanación a todos. Es decir, honrar a las autoridades, pagar mis impuestos, ser cívico, social, aun cuando me incomode, tú lo sabes bien Señor, y ellos no me respeten por tu evangelio.

También me dices que ruegue por mi ciudad y así lo hago ahora.

Señor bendice esta ciudad y a los que la dirigen para que tengamos bienestar y libertad para ser luz.

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