HABACUC 2 20Mas Yahveh está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.

Me ha resultado curioso leer para mí mismo estas líneas que me exhortan a callar, cuando lo que estoy haciendo es hablarte. Enseguida me doy cuenta que esas palabras están en otro contexto, que no es sobre la oración y hablar contigo, pero me ayuda a ser prudente con mis palabras.

Al ser humano le gusta oír su voz, dar sus razones y excusas ante otros, también ante ti Señor, está siempre dispuesto a justificarse, y como para ello necesita oídos que le oigan o que aparenten que lo hacen, se construye ídolos.

El ser humano tiene dificultades para escuchar, no porque tenga mal oído, sino un duro corazón, un corazón poco dispuesto a escuchar su propia conciencia acusadora, y mucho menos escuchar tu palabra que señala y denuncia su impiedad y culpa. Por eso se levanta estatuas de fundición, que son mudas y no pueden por tanto acusarle (v.18-19).

Señor, cuando tú te sientas en tu Santo Templo, donde muestras tu majestad y gloria y donde ejerces tu dominio, y juicio, ¿qué podemos hacer nosotros sino callar y obedecer?

Señor, ante tu Santidad y Soberanía yo solo puedo callar, pero ayúdame después a anunciar lo que he oído y visto.

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