JUAN 17 15No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Podría seguir por muchos días meditando y gozándome en esta oración de tu Hijo a ti, Padre, pero no quiero dar la impresión de que margino el resto de tu palabra, y a la vez no quiero evitar detenerme en esta parte de la oración.

Sabiendo como sé que tú le concedes todas las peticiones a tu Hijo, él podía haber pedido que nos sacaras del mundo, pero no lo hizo. Era su voluntad y la tuya que yo permaneciera aquí aun a pesar de haber creído al evangelio, ser considerado tu hijo y tener ya un hogar seguro en tu presencia. Eso me confirma que yo, tu pueblo, tiene una misión que cumplir en este mundo.

La misión de tu Hijo fue darte a conocer al mundo (Jn. 17:4) y la mía también (Jn. 17:20). Sé que su obra fue cien por cien efectiva, no así la mía, pero ya que me mantienes aquí y me has dado esta tarea concreta, ayúdame, no dejes que mis debilidades de carácter y dones me hagan inútil. Ayúdame Padre, con toda humildad te pido, a continuar la tarea de llevar tu palabra, de glorificarte.

Mientras tanto, tengo por cierto y seguro que no me alcanzará el mal porque así tu Hijo te rogó en su oración. Sé que no se refiere al mal físico del dolor y pérdida, pues estos son partes naturales de esta vida, sino a que no me dejarás desesperarme ante ellos, que no me seducirá el mundo, ni me amedrentará el diablo, ni me quitará ya la salvación del pecado.

Estoy seguro en ti para hacer mi tarea.

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