1 REYES 11 4Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Yahveh su Dios, como el corazón de su padre David.

¡Cómo me sorprenden y me duelen estas palabras sobre Salomón! Sabiendo de su oración (1 Rey. 8:22ss), su relación contigo, Dios mío, sus escritos y cánticos, ver ahora su decaimiento espiritual al final de su vida me espantan. ¿Cómo pudo dejarse llevar por la idolatría y la infidelidad de corazón hacia ti? (1 Rey. 11:5-8). Quizá pudo volver a ti como al principio y por eso escribió su experiencia sobre la vanidad y ancianidad en su libro de Eclesiastés, pero eso no borra la nota negativa que deja aquí tu palabra, y que temo llegar, cada vez que vuelvo a leer sobre su vida.

Puede ocurrirme a mí si pudo ocurrirle a Salomón. Si su fe primera y su gran sabiduría no evitaron su decaimiento espiritual, cuánto más yo debería estar alerta. No importa cuántos años puede uno estar edificando un testimonio, para luego dañarlo en un solo instante.

Su pasión por las mujeres (1 Rey. 11:1-3) enfrió su pasión por ti. Yo no quiero que eso me pase a mí. Confieso que no te he sido todo lo fiel que demandabas de mí, pero nunca se ha roto nuestro pacto, tú no has dejado que ocurriera y te pido que no dejes que ocurra.

Puede que este duro testimonio de tu palabra esté aquí para recordarme cuán frágiles somos y cuán importante es no dejar que nada ni nadie enfríe nuestro primer amor.

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