ofrendaviuda(Marcos 12:41-44; Lucas 21:1-4)

Introducción

Creo que este pasaje es uno de los más sencillos, profundos y preciosos de la Escritura. Trata de una viuda muy pobre que ni siquiera sabemos su nombre, pero que en todo amante de la Palabra es muy bien conocida.

Solamente se nos relata este pasaje en dos de los evangelios, Marcos y Lucas.

Hay muchos cristianos que piensan erróneamente en que Dios no tiene interés en nuestro dinero o posesiones. Que eso son temas demasiado mundanos como para que Dios se preocupe de ellos. Pero desde la primera familia que existió, siempre ha habido una estrecha relación entre el hombre, sus posesiones y su Dios. Somos mayordomos de todo lo que Dios nos da. ¿Qué es eso de mayordomos? Es una persona a quien se le ha confiado la administración de la propiedad de otro:”Todo es de Dios y de lo recibido de tu mano te damos” (1ª Crónicas 29:14).

Veamos el contexto del pasaje. En los versículos anteriores vemos a Jesús en el templo enseñando a la gente, pero a la vez se le acercaban los sacerdotes, escribas y ancianos (Marcos 11:27), después fueron enviados fariseos y herodianos (Marcos 12:13), después uno de los escribas (Marcos 12:28). Todos ellos no tenían deseo realmente de conocer a Jesús, sino de pillarle en algún pecado o contradicción, pero por supuesto no pudieron. Jesús enseñaba a sus discípulos que se guardasen de la hipocresía de los escribas y fariseos (Marcos 12:38-40).

Quizás como contraste de que estos devoran las casas de las viudas, aparece esta pobre viuda echando su ofrenda en el templo.

La ofrenda de la viuda

¿Dónde estaba Jesús? Sentado delante del arca de la ofrenda. Este nombre del arca de la ofrenda era dado por los rabinos a 13 arcas o cajas de bronce, en las cuales la gente echaba sus ofrendas. Estas “arcas” se llamaban “trompetas” porque tenían forma de trompeta, con una boca grande en la parte de arriba. Así cuando la gente echaba sus monedas, sonaban al caer, y por ellos se podía saber más o menos cuánto echaban, por el ruido de las monedas.

Cada caja tenía una inscripción con el nombre para lo cual se iba a destinar el dinero de esa ofrenda en el templo: leña, animales, utensilios, incienso, sacrificios, etc.

¿Qué hacía Jesús? Estaba mirando cómo la gente echaba su dinero en el arca. No simplemente una mirada casual, sino observando con atención v.41. Jesús vio el contraste de muchos ricos y su ofrenda, con la ofrenda de una pobre viuda. Esta pobre mujer solo echó dos blancas o un cuadrante que es lo mismo. Significa una moneda muy pequeña, quizás la más pequeña en circulación en ese momento. Marcos explica el término griego, blancas, por uno en latín, el cuadrante, que equivalía a la cuarta parte de un “as” romano, que era a su vez la décima parte de un denario. Su ofrenda era casi nada, de lo más pequeño a los ojos de los hombres, aunque para Jesús fue digno de mencionar, porque llamó a sus discípulos para enseñarles que lo importante no es la cantidad sino el coste y el sacrificio que implica esa ofrenda.

Quiero que notemos que Jesús no habló con la viuda, quizás ella ni se dio cuenta que Jesús la miraba, pero Él, siendo Dios como era, sabía sin hablar con ella que era viuda y sabía que echó solo dos moneditas. Ella no fue diciendo que era todo lo que tenía, pero Jesús que conoce todo, y digo todo, conocía que era todo lo que tenía la viuda. No nos engañemos, nos podemos engañar los unos a los otros, pero a Dios, no! Él sabe lo más íntimo o secreto de nuestros corazones. Él sabe nuestras motivaciones y nuestras acciones por pequeñas que sean. Él te conoce al 100%.

Todos los ricos echaron de lo que les sobraba mucho dinero, pero no les costaba, no hubo sacrificio alguno, sin embargo la viuda echo muy poco en cantidad, pero echó TODO lo que tenía, que comparado con lo de los ricos era todo su capital para poder mantenerse.

Esta viuda era muy pobre, pero era rica para con Dios. Jesús nos muestra dos tipos de riquezas en su Palabra: “No os hagáis tesoros en la tierra …, sino haceos tesoros en el cielo” (Mateo 6:19-20). Esta viuda echó su ofrenda por fe. Ella sabía que Dios proveería para ella de todo lo necesario, ella antepuso su bienestar espiritual al material.

Ahora bien, ¿Está aquí enseñando Jesús que tenemos que darlo todo y quedarnos sin nada? No, no dice que esté mal ganar o ahorrar dinero, ya que otros pasajes de la Palabra de Dios nos enseñan que debemos de hacerlo, sino que este pasaje nos enseña que no debemos mirar la cantidad que ofrendamos a Dios sino la actitud y la motivación del corazón.

¿Por qué debemos dar?

- Porque nosotros mismos con todo lo que tenemos, pertenecemos a Dios.

- Porque Dios lo manda. No es un asunto de preferencia o propia voluntad, Dios lo ordena (1ª Corintios 16:2).

- Porque Dios nos dio a su Hijo (2ª Corintios 8:9).

¿Quiénes deben dar?

Todo el pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento el pueblo de Israel estaba obligado a dar, y en nuestro tiempo son los verdaderos creyentes los que han de ofrendar.

¿A quién debemos dar?

- Al Señor en primer lugar (2ª Corintios 8:5).

- A los que predican el evangelio. Sin medios económicos es imposible evangelizar el mundo. Si creemos en la salvación de las almas, tenemos que proveer para ello (1ª Corintios 9:9, 14).

- Para el mantenimiento de la iglesia local, al igual que en el Antiguo Testamento lo hacían para mantener el templo.

- Para los necesitados (Deuteronomio 15:7-11) y las viudas que en verdad lo son. A esto Pablo se refería a las que de verdad no tienen familiares o hijos que las puedan socorrer, porque si tienen familia la familia es responsable de mantenerles para no cargar a la iglesia (1ª Timoteo 5:16, 8).

¿Cuánto debemos dar?

- En el Antiguo Testamento, bajo la Ley de Moisés: el pueblo de Israel estaba obligado a dar el diezmo, o sea, la décima parte de lo que uno tenía (Levítico 27:30-32). También había otras ofrendas que eran voluntarias, para el Tabernáculo, su construcción (Éxodo 25:2). La idea del diezmo está incluso mucho antes que la Ley de Moisés. Ya Abraham dio sus diezmos a Melquisedec, sacerdote de Dios (Génesis 14:18-20).

- En el Nuevo Testamento, bajo la Ley de Cristo: Con la venida de Cristo su muerte y su resurrección, con el comienzo de la iglesia primitiva ¿qué encontramos? Que cada uno dé cómo propuso en su corazón (2ª Corintios 9:7; 1ª Corintios 16:2), y cada uno de vosotros ponga algo aparte. En ningún lugar se menciona el diezmo en el Nuevo Testamento, pero si bajo la ley se daba el diezmo, ahora que estamos bajo la gracia ¿vamos a dar menos que eso? De gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:8). Si Dios ha dado a lo más precioso que era su propio Hijo por ti, ¿cuánto más no le vamos a dar nosotros como agradecimiento? Creo que el verdadero creyente debe dar más del diezmo.

El bien conocido Juan Wesley dijo:”Obtén todo cuanto puedas, ahorra todo cuanto puedas, da todo lo que puedas”.

No debemos preguntarnos ¿cuál es el mínimo? Sino ¿cuánto más puedo dar?

- Debemos ofrendar según Dios nos haya bendecido y según nuestra posibilidad (Deuteronomio 16:17), según pueda (Levítico 14:30) y conforme a lo que tenía (Hechos 11:29; 1ª Corintios 16:2).

- Debemos ofrendar nada menos que lo mejor (Malaquías 1:7,8,14).

- Los israelitas fueron bendecidos cuando daban sus diezmos y ofrendas. También se le puede robar a Dios (Malaquías 3:8-10).

- El ofrendar no es solo una responsabilidad, es un gran privilegio.

- Frecuentemente, la fidelidad en la mayordomía acarrea bendiciones de muchas clases (Proverbios 3:9-10; Salmos 41:1; Malaquías 3:10).

¿Cómo debemos dar?

Para terminar, veamos los motivos para ofrendar, que al final es lo que a Dios le interesa, tu corazón, tu motivación al ofrendar. Las Escrituras ponen un gran énfasis sobre la manera, la forma en la que damos:

- Alegremente (2ª Corintios 8:2-3; 9:7), no a regañadientes ni por obligación.

- Sacrificadamente (2ª Corintios 8:2-3). Tenemos un ejemplo muy bueno en nuestro pasaje de la viuda pobre, porque dio todo lo que tenía, aunque en cantidad era insignificante, no lo era en costo. Mucha gente piensa que ya daré al Señor cuando sea rica, cuando tenga un extra, cuando me vayan bien los negocios etc. Es un error, si no empiezas ya, en la condición en la que estés, nunca lo harás.

- Con prontitud, sin dilaciones (2ª Corintios 8:10-11).

- Generosamente (2ª Corintios 9:5-6), no seamos tacaños a la hora de ofrendar.

- Voluntariamente de corazón (Éxodo 25:2; 1º Crónicas 29:9)

- Secretamente (Mateo 6:2-4) Cuanta gente da para que le digan que bueno o generoso es. Aquí está la clave, cuando des algo, que tu izquierda no sepa lo que hace tu derecha y viceversa, porque si no, estamos actuando como los fariseos y los hipócritas.

Pensamiento final

Si todos los creyentes en el mundo dieran de acuerdo a la Palabra de Dios, la obra de Dios se multiplicaría. Habría más pastores en iglesias que no tienen, enviaríamos a más misioneros a otros países, habría más locales de iglesias, más grandes y mejor acondicionadas, tendríamos más Biblias para repartir, habría menos necesitados en las congregaciones, y habría más almas salvadas!

Que el Señor nos de el gozo de poner en práctica esta enseñanza tan importante en la iglesia.

Si quieres cosechar abundantemente, debes de sembrar primero abundantemente. Recuerda que “Más bienaventurado es dar que recibir”.

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