oracion1111Introducción

Cuando una persona se convierte sinceramente a Dios y pasa de muerte a vida espiritual, desde ese momento que hay vida, hay oración. Igual que el niño cuando nace, su primer signo de vida es respirar, así el primer acto del hombre cuando nace de nuevo es orar “Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora” (Hechos 9:11).

Orar se describe en la Biblia como:

- Elevar el alma

- Elevar el corazón

- Invocar el nombre del Señor

- Llamar a Dios

- Clamar al cielo

- Suplicar al Señor

- Buscar a Dios

- Buscar el rostro del Señor

Una de las definiciones que de manera más clara y completa expresa lo qué es la oración, la he encontrado en el libro Juan Bunyan titulado “La oración” y que lo recomiendo encarecidamente. Dice así: “Orar es derramar de modo sincero, consciente y afectuoso el corazón o alma ante Dios, por medio de Cristo, en el poder y ayuda del Espíritu Santo, buscando las cosas que Dios ha prometido, o conforme a su Palabra, con fiel sumisión a su voluntad”.

La Biblia nos enseña y exhorta a orar sin cesar (1ª Tesalonicenses 5:17; Romanos 12:12). Jesús mismo como nuestro ejemplo pasaba tiempo en oración “Levantándose muy de mañana, siendo aun muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35). Si la oración era tan importante para el Hijo de Dios, que era santo, ¿cuánto más importante será para nosotros perseverar en ella? Debemos orar siempre “…orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18).

Dos maneras de oración

Cuando leemos la Escritura vemos que hay dos maneras de oración: la oración privada, personal y la pública. En esta ocasión vamos a centrarnos en la oración pública.

¿Qué es la oración pública?

Es reunirse un grupo de creyentes y orar juntos “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:19-20).

Desde el comienzo de Hechos de los Apóstoles vemos el lugar tan importante que ocupaban las reuniones de oración entre los creyentes “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hechos 1:14), unos 120 reunidos en el aposento alto.

La iglesia primitiva perseveraba en las oraciones públicas como iglesia “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).

La siguiente reunión de oración que se menciona en Hechos es cuando Pedro y Juan son soltados y los principales sacerdotes les amenazaron de que no podían predicar el nombre del Señor Jesús (Hechos 4:23-31).

¿Por qué es esencial?

- Porque Dios nos lo dice en su Palabra.

- Porque es una promesa de Cristo. En Mateo 18:19 aunque el contexto es la disciplina de iglesia, también se puede aplicar a “cualquier cosa que pidieren”. Hay un poder especial en la oración del pueblo de Dios cuando este se reúne. Peter Masters, en su librito “El poder de las reuniones de oración” lo explica muy claramente: “¿Qué significa la expresión ponerse de acuerdo? La palabra griega sumphoneo significa literalmente: sonar al unísono.


El Señor dijo:”… si dos de vosotros sonáis al unísono…”. “Estar de acuerdo” es una palabra que se utiliza para describir instrumentos que suenan juntos en armonía. No es una oportunidad para que los individuos toquen su propio tambor o promuevan causas que puedan no ajustarse a los intereses de toda la reunión de oración. Debemos tener deseos en común y orar unánimemente por esas cosas, el acuerdo será el principio que controle la ocasión.

- Porque Dios bendice cuando su pueblo ora (Hechos 4:33), da poder espiritual. Cuántas veces hemos ido a una reunión de oración tristes o desanimados y al orar y al escuchar las oraciones de nuestros hermanos/as hemos salido animados, confortados y llenos del Señor.

- Al igual que el creyente no crece sin oración privada, también podemos decir que las reuniones de oración son una necesidad vital para la iglesia.

- Si la oración es el termómetro espiritual del creyente, la oración pública es el termómetro espiritual de la iglesia.

Problemas y excusas para no orar

Hay mucha indiferencia y frialdad en el pueblo de Dios a nivel general. Si de veras creyéramos en la importancia y las bendiciones de la oración pública, oraríamos más. Nos perdemos muchas bendiciones por falta de oración como iglesia.

Muchos creyentes se conforman con ir a los cultos y cumplir. Para mí, la reunión de oración de iglesia después de los cultos el domingo, es la más importante, mucho más que las mujeres, matrimonios, jóvenes etc. Deberíamos exhortarnos y animarnos a venir a orar juntos.

Algunos creyentes están demasiado ocupados, y no estoy hablando de los que literalmente están trabajando en las horas y días que se hace la reunión de oración. Llenan sus vidas con tantas cosas y actividades quizás muy lícitas, pero que podrían hacerlas en otro momento y venir a orar. Siempre va a ver cosas que hacer, entonces deberíamos programar este tiempo y apartarlo como si tuviéramos una cita con Dios.

Uno de los motivos por los que algunos creyentes no oran es que dicen que se sienten demasiado fríos espiritualmente, y que si oran se sienten unos hipócritas. Creo que este es el mayor engaño del diablo para con el pueblo de Dios. Cuanto más frío te encuentres, más necesidad de orar deberías de tener, y no posponer la oración.

Algunos consejos prácticos para ayudarnos

- Pon en orden tus prioridades. La reunión de oración de iglesia es de las más importantes, organiza tus deberes alrededor de ella y no al revés.

- Si estás demasiado ocupado para asistir a la reunión de oración, entonces, estás demasiado ocupado (a no ser que sea por un trabajo). Precisamente si tu agenda está tan ocupada, necesitas parar y recibir del Señor y pedirle que te renueve y llenarte de Él.

- Los padres con niños pequeños ponen la excusa de que se acaba tarde, o que hacen ruido etc. y por eso no vienen. Una solución a ese problema es turnarse, cada semana uno de los padres se queda en casa con los niños y el otro viene. Cuando los niños pueden venir siempre hay una habitación en la iglesia donde pueden jugar o leer, e incluso quedarse en la reunión de oración.

- Algunos creyentes hacen oraciones demasiado largas, y otros no oran nada. Es fácil criticar una reunión de oración, pero pregúntate si tú has hecho alguna contribución para ayudar a la reunión. Debemos cuidar de no ser demasiado largos en nuestras oraciones para que la gente no se canse, cuidemos mucho este aspecto.

- Quizás seas demasiado tímido/a, persevera, no dejes de ir, asiste para orar. Proponte orar de una manera sencilla y corta, puedes dar gracias a Dios por la salvación, por su Hijo o por haberte cuidado y bendecido ese día. Empieza poco a poco como los bebés cuando aprenden a hablar. Es mejor orar una oración breve que no orar. La oración más larga del Nuevo Testamento es la del Señor en Juan 17 y se puede leer en tres minutos. No temas si tartamudeas, Dios te entiende, como una madre entiende los primeros balbuceos de su hijo. En una reunión de oración deberían orar de forma audible el mayor número de personas posible

- Orar no es predicar. Algunos creyentes utilizan sus oraciones para predicar o traer enseñanza que le gustaría que los demás supieran, no es el lugar.

- Deberíamos hacer oraciones concretas y definidas. Muchas veces queremos abarcar tantos asuntos en la oración quedivagamos o no dejamos nada para los demás. Organiza tu mente y corazón y piensa en algunos asuntos más concretos y si ves que al final nadie ora por algo que tienes en tu corazón, entonces ora tú por segunda vez, pero da opción a tu hermano/a. Debemos cuidar nuestras oraciones, no divagar ni dejar que haya silencios largos entre oración y oración, sino aprovechar bien el tiempo que tenemos juntos.

- En Lucas 11:1, los discípulos le piden al Señor que les enseñe a orar “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”. No nacemos aprendidos en este tema, tenemos que aprender a orar. Para ello busca modelos y ejemplos, pero búscalos bien. Analiza cómo oran hermanos maduros en la fe, mira su actitud, su pasión y su fervor. No quiere decir que tengas que usar las mismas palabras, pero sí su modelo de oración. La oración unida debe ser instructiva y educativa.

- Me temo que hoy día confundimos lo que es oración privada con la oración pública. Nuestras oraciones tienen que estar centradas en Dios y no en nosotros mismos, ni en cómo nos sentimos ni en nuestras emociones. Muchos creyentes son tan egocéntricos a la hora de orar que solo oran por ellos, sus familias y todo lo que le concierne a nivel personal. No digo que no haya que hacerlo, pero eso es más para la oración privada en casa. En la oración pública debemos buscar lo que está en relación con el pueblo de Dios en general y en concreto con la iglesia local. Debe haber adoración, confesión, acciones de gracias, intercesión y petición.

- Creo que es muy importante decir “amén”, que significa “así sea, estoy de acuerdo” a la oración de tu hermano, como apoyo a su petición. Para el Señor no hace falta decirlo en voz alta, pero sí para el hermano.

Exhortación

Si no oras públicamente, anímate y empieza a hacerlo, tú serás la primera en sorprenderte. Pablo dice:”Orad sin cesar, dando gracias a Dios en todo”. Nos llama a hacerlo comprobando las promesas de Dios para su iglesia. Ojalá que seamos fieles y oremos sin desmayar, porque así Dios nos lo manda.

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