mujerencorbadaLucas 13:10-17

Introducción

Comienza nuestro texto con Jesús enseñando en una sinagoga en el día de reposo. Las sinagogas no eran el templo, eran grupos de judíos que se reunían a leer y escuchar la Palabra de Dios expuesta y explicada. Allí no se hacían sacrificios de animales, era un lugar de instrucción. Los hombres se sentaban en un lado de la sinagoga y las mujeres en el otro, separados. Había uno o varios líderes que organizaban todas las reuniones y enseñanzas que se tenían en las sinagogas.

Cuando iba algún líder judío, lo invitaban a leer y traer la enseñanza de la Palabra de Dios, y así hicieron con Jesús, le reconocían como a un maestro, rabí, pero no creo que lo veían como el verdadero Maestro, el Salvador.

Los judíos se reunían especialmente los días de reposo que eran los sábados. Es curioso mencionar que Jesús mismo guardaba el día de reposo e iba a las sinagogas a enseñar y a adorar a su Padre.

Este acontecimiento solo lo narra Lucas, no se encuentra en ningún otro evangelio. Quizás Lucas como era médico, sintió más interés y observación ante esta mujer que estaba sufriendo de una enfermedad durante 18 años.

La mujer encorvada

Aquí aparece nuestro personaje, es una mujer que estaba en el lugar de adoración en el momento correcto. Si alguien tenía una excusa para estar ausente, era ella. ¿Qué le ocurría? Sufría de una enfermedad que la mantenía encorvada, no podía erguirse. Jesús mismo dice en el v.16 que esta enfermedad era por causa de Satanás. Satanás la había afligido como afligió a Job. No todas ni muchas enfermedades físicas son causadas por espíritus malignos, pero algunas sí. Los demonios no pueden poseer a los creyentes, pero pueden afligirnos de varias maneras. Pablo le atribuye a Satanás su aguijón en la carne, que fue enviado por Dios para humillarle (2º Corintios 12:7). A veces Dios permite que los demonios actúen en los cuerpos de las personas. El estar encorvada fue una situación dolorosa y humillante, su mirada era constantemente al suelo y sufría esta enfermedad desde hacía 18 años.

Pensad las muchas excusas que podía haber tenido la mujer para no ir a la sinagoga:

• Su belleza se había desfigurado.

• Probablemente experimentaba dolores constantes que la distraerían de concentrarse en las reuniones.

• Sería difícil caminar la distancia a la sinagoga.

• No podía mirar al frente para ver lo que pasaba.

Pero a pesar de estas y muchas otras excusas potenciales, allí estaba adorando a Dios.

A menudo los más enfermos, son los más fieles ¡lo que se hubiera perdido si no hubiera estado en la sinagoga ese día! Debemos animarnos y obedecer el mandamiento de guardar el día de reposo para santificarlo. Hay una enfermedad que alguien ha llamado “Enfermedad de domingo”, te ataca a ciertas horas el domingo, sobre todo a la hora de los cultos, pero la recuperación es rápida. Generalmente se llama “indisposición para ir a la iglesia”, ¡pero esta mujer no sufría de esta enfermedad!

Jesús mismo la llama hija de Abraham, describiéndola como una verdadera israelita, una mujer con fe, y lo mostraba estando en la casa del Señor el día de reposo. Seguro que le costaría llegar allí andando, pero su enfermedad no le impedía ir a adorar a Dios. Aprendamos de su ejemplo y no pongamos excusas para no venir a escuchar y adorar a nuestro Dios.

El libertador de su enfermedad

Nada ni nadie se escapa a la mirada de nuestro Señor. Al verla en la sinagoga con su forma lisiada, fue movido a misericordia. Él actuó, tomó la iniciativa para sanarla. Ella probablemente no podía verle, porque su cara estaba hacia el suelo, pero ”Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad” (Lucas 13:12) y puso las manos sobre ella y se enderezó. Ese “luego” del v.13, es inmediatamente, al instante. No necesitó rehabilitación de ningún tipo, Jesús la sanó instantánea, perfecta, completa, pública y permanentemente.

Imaginad a la mujer pudiéndose poner derecha, recta, sin su curvatura de la espalda, poder mirar al frente y ver el rostro de su libertador ¡tuvo que ser una escena preciosa!

Este milagro físico es un ejemplo del milagro espiritual que puede hacer el Señor en nuestras vidas. Las vidas de los inconversos están torcidas, desviadas, apartadas de Dios por causa del pecado y del dueño que los tiene esclavizados, Satanás. Pero al igual que Jesús hizo con esta mujer lo puede hacer con cualquiera. Él toma la iniciativa, te ve, te llama, te toca espiritualmente hablando y te rescata de la esclavitud del pecado. Pone tu vida recta delante de Él, te da perdón de pecados en su nombre, Él es el Salvador, Él es el que murió en la cruz para salvarte y sanarte. Solo Él puede hacer este milagro en tu vida y en la mía.

Reacciones contrarias

La mujer

Ante el mismo milagro hubo reacciones totalmente contrarias. En el v.13 nos dice que la mujer después de ser sanada, glorificaba a Dios. Su corazón y labios rebosaban de gratitud y así lo manifestó.

Esa es la reacción genuina de un verdadero creyente que ha visto la mano de Dios salvándole y perdonándole sus pecados; lo único que puede hacer es glorificar a Dios por lo que ha hecho en su vida ¿lo haces?

El principal de la sinagoga

El principal de la sinagoga en vez de alegrarse y hacerle reflexionar, se indigna y se enoja contra Jesús. ¡Qué reacción! (v.14). Fue un cobarde porque no habló directamente a Jesús, ni le preguntó, sino que se dirigió a la gente en general, regañándoles: “Hay seis días para trabajar, ven y serás sano”. Ahora bien, si hubiera ido el lunes ¿hubiera sanado a la mujer? ¡Qué hipócrita!

Jesús condena su actitud y lo llama hipócrita, pretende tener celo por la gloria de Dios cuando lo que verdaderamente tiene es un corazón malicioso y envidioso. Pone como excusa que es día de reposo, de descanso y no debe hacerse ninguna obra en él. ¡Qué manera de distorsionar las Escrituras! Los fariseos habían añadido tantas normas y leyes, sobre todo al día de reposo de lo que se podía y lo que no se podía hacer. Estaban más interesados en el cumplimiento de los normas externas que en el verdadero sentido del día de reposo (Isaías 58:13-14). Jesús mismo le confronta diciéndole: “¿No desatas a tu asno y buey para beber en el día de reposo? ¿Cómo no dejar que una hija de Abraham, de tu propia raza, del pueblo de Dios, una verdadera israelita no fuera librada de su enfermedad en el día de reposo? El sabbat ¿no fue instituido para beneficio del hombre?

Este hombre había caído en liturgias y tradiciones, que perdió de vista a la gente. Fue un hipócrita porque trataba a los animales mejor que a las personas ¿se le iba a negar a ella un favor que les concedía a sus animales?

Una de las armas más efectivas que Satanás usa para mantener a la gente alejada de una relación personal con el Dios vivo, es tener una religión muerta. Nuestro Señor cuando estuvo en la tierra, sus batallas más importantes no las tuvo con los malvados paganos sino con los religiosos. ¡Satanás y los hipócritas van a la iglesia!

La religión muerta no tiene compasión por los que sufren, pero una realidad con el Señor trae como consecuencia la compasión. El líder de la sinagoga no era compasivo, solo se preocupó de que la sanación fue en el día de reposo, y ¿qué mejor día para librarla?

La religión muerta es hipócrita, pero una relación con el Señor es verdadera y genuina. Examina tu corazón y ve si en verdad estás viviendo una religión muerta o una verdadera relación con Dios, hay una gran diferencia.

El pueblo

Por último, la reacción de los adversarios no fue de verdadero arrepentimiento, se avergonzaron, pero esto no los llevó a los pies de Jesús. Sin embargo todo el pueblo se regocijaba por las cosas gloriosas hechas por Jesús. Una gran multitud reconoció el poder de Jesús, y al igual que la mujer cuando sanó glorificaba a Dios, así muchos lo hacían.

Es curioso como un milagro así, puede producir reacciones tan dispares en las personas. Cuidemos de nuestros corazones, que no caigamos en una religión fría y sin compasión por los que sufren.

Conclusión y aplicación

Este pasaje es una ilustración de millones que asisten a reuniones religiosas durante años, pero viven esclavizados al pecado y al príncipe de las tinieblas. Son sinceros y lo que necesitan es un encuentro personal con el Señor Jesús.

Aunque la salvación no siempre trae una liberación instantánea de los problemas, siempre resulta en un cambio de corazón que viene ni más ni menos que por el poder sobrenatural de Dios. La conversión significa que un pecador muerto en sus pecados recibe nueva vida en Cristo.

Esta mujer anónima es un ejemplo de la obra de gracia que Dios realiza en la salvación. Él llama a los que están doblados por su pecado y los sana y los pone derechos, y los convierte en verdaderos adoradores.

Cuanta gente dice que si viera un milagro, creería. Los milagros no producen fe. Este texto es un ejemplo, cuántos vieron hacer el milagro y no creyeron. La fe es confianza en lo que alguien te dice sin verlo. Así tenemos que venir a Dios, con confianza, creyendo todo lo que nos dice en su Palabra.

Que mejor día para ser salva que hoy, ve a Jesús y pídele que te perdone, que te de una nueva vida en Cristo. Si ya eres suya, glorifícale y vive en obediencia a su Palabra.

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