rosa blanca 232148Introducción. (Hechos 12:12-19)

Es curioso que personajes como los de esta muchacha insignificantes, hayan quedado plasmados en las Escrituras. Nos muestra el deseo de Dios de que aprendamos no solo de mujeres importantes y bien conocidas, sino también de pequeñas mujercitas como Rode. Vamos a conocerla.

Quién era Rode

Su nombre significa “Rosa”, y es un nombre griego. Era una sirvienta de María, la madre de Juan Marcos el que escribió el evangelio de Marcos. Ya que esta María y Bernabé, tío de Juan Marcos, eran naturales de Chipre (Hechos 4:36; Colosenses 4:10), es de suponer que cuando fueron a Jerusalén a vivir llevaran consigo a Rode, como sirvienta.

Por lo tanto vivía en un país extranjero con su señora, era una inmigrante. Siendo María una fiel creyente podemos pensar que la trataría muy bien y que Rode quizás veía a María casi como a su propia madre. No podemos asegurar cuántos años tenía, pero era bastante joven, ya que en el v. 13 nos dice que era una “muchacha”.

Por qué la tenemos en el relato bíblico

Pongámonos en situación. Se había disparado una persecución de los creyentes en Jerusalén. El rey Herodes mató a Jacobo, el hermano de Juan y tomó preso a Pedro. Es por eso que la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él (Hechos 12:1-5).

La casa de María era usada como sitio de reunión de los creyentes, para adorar y orar a Dios. Se supone que la casa era lo suficientemente espaciosa para que se reuniesen tantos creyentes (v.12). Esa misma noche se habían reunido para interceder por Pedro, por su liberación. Lo que no sabían es que Dios mismo había enviado a un ángel a rescatar a Pedro de la prisión de una manera sorprendente y milagrosa, que se puede leer con todo detalle en el pasaje completo. Cuando Pedro se vio libre, fue directamente a casa de María y llamó a la puerta.

Era más de medianoche y todo estaba en silencio en la ciudad, menos en casa de María. Allí un grupo numeroso de creyentes estaban levantando su voz a Dios por Pedro. De repente, llaman a la puerta del patio, y Rode es la encargada de abrir. ¿Quién será a estas horas? ¿Serán más creyentes que han venido a orar? o ¿Serán los guardias de Herodes que vienen a llevarse presos a más cristianos? Rode va con cuidado y antes de abrir, dice que va a “escuchar”. Quizás esperaba que le dijeran una contraseña, o que dijeran el nombre de quién era, en fin, el caso es que cuando reconoce la voz de Pedro, en vez de abrir la puerta rápidamente, reacciona impulsivamente. Llena de gozo sale corriendo a donde estaban los creyentes orando a darles la noticia de que Pedro estaba en la puerta.

Ellos no lo podían creer, ¡qué ironía! ¿Verdad? Estaban orando para que Dios librara a Pedro de la cárcel, y ahora que le ha libertado no se lo creen. Así somos los creyentes, pedimos cosas a Dios y cuando Él responde ni nos lo creemos, ¡hombres de poca fe!

A la pobre Rode la tildan de loca (v.15). Mientras tanto podemos imaginar a Pedro en la puerta llamando insistentemente, esperando a que le abran y con temor de que los soldados hayan salido en su busca para capturarle otra vez. La situación parece cómica.

Rode sigue insistiendo de que era Pedro el que estaba en la puerta, ella había escuchado muchas veces esa voz de él predicando y enseñando las Escrituras, no tenía duda de quién era. Al ver la insistencia de la muchacha los creyentes piensan que puede ser su ángel (v.15). Sabemos que los judíos creían que ángeles guardianes los protegían (Salmo 91:11; Mateo 18:10), y enseñaban que los ángeles guardianes asumían la apariencia de personas a las que protegían y les servían con sus dobles.

Mientras tanto, Pedro seguía fuera llamando a la puerta, él mismo quería contarles lo que le había pasado. Por fin, los creyentes fueron a abrir la puerta y efectivamente vieron que en verdad era Pedro. Su temor y desconfianza desaparecieron para llenarse de gozo, aunque estaban sorprendidos de verle, más que sorprendidos, estaban atónitos.

Pedro les hizo señal de silencio por temor a que con el alboroto despertaran sospechas entre los vecinos. Él mismo les contó cómo un ángel del Señor le había rescatado, y les mandó que se lo contaran a Jacobo que era un anciano o pastor de la iglesia en Jerusalén, y a los otros hermanos. Esa misma noche se marchó a otro lugar para estar a salvo, aunque no se sabe dónde fue.

Aplicación

De este acontecimiento podemos destacar dos características de Rode. Una de ellas es su gozo y su impetuosidad. Estaba tan gozosa y contenta de saber que Dios había escuchado las oraciones de los suyos, que no pudo esperar en ir a contárselo a los demás.

¿Mostramos nosotras ese gozo tan impetuoso por nuestro Señor y las buenas noticias de salvación? Podemos ser unas creyentes grises y apagadas, pero el Señor nos llama a regocijarnos una y otra vez en Él.

Otra de las características de Rode fue su persistencia, insistió en decir que la persona que llamaba a la puerta era Pedro. Encima la tachan de loca, pero no le importó ni se ofendió, por el contrario fue firme en su declaración.

A veces en cuanto vemos algún problema o piedras en el camino, nos desanimamos o volvemos atrás. No perseveramos, sea en peticiones de oración, sea en cualquier otra área de nuestra vida. Debemos aprender de esta pequeña Rode, que no se rindió. Sigue hacia delante, sigue orando por aquella persona que llevas años haciéndolo y no ves ningún cambio. Quizás estés tentada a tirar la toalla, pero sigue, persevera, porque no sabemos cuál será la voluntad de Dios para con esa persona y contigo mismo.

Estas dos características de Rode, solo muestran que ella, aunque joven y siendo una criada, también era una verdadera creyente. Su corazón había sido ganado por el amor de Dios. ¿Y tú? ¿Eres una creyente? ¿Te gozas con las cosas de Dios, su Palabra, la oración, la comunión con los santos etc.?

0
0
0
s2sdefault
Back to Top
Las cookies facilitan la prestación de nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, usted acepta que utilizamos cookies.
Política de privacidad De acuerdo Rechazar