ISAIAS 29 8Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion.

Aun cuando revelaste estas palabras hace centenares de años, Padre, siguen siendo igual de relevantes y actuales, y se pueden aplicar totalmente a mi generación, aunque a ellos no les parezca así o no puedan verlo. Es a la vez un engaño de la vida y un castigo de tu parte (Hageo 1:6).

Todos tenemos necesidades espirituales, que es a lo que se refiere aquí tu palabra, pero no todo satisface ni sacia. Es natural y lógico que se busque la felicidad, respuesta al sentido de todo. El problema es que hay ideas, filosofías que por más que se crean o se sigan nunca responden o sacian el alma; y otras veces, como aquí, parece que sí lo hacen, pero es solo un sueño, del que siempre se despierta con resaca y con más hambre y sed, con más preguntas sin respuesta de las que tenían antes. ¡Cuánta pobre gente se siente bien solo en sus sueños!

Pero me dices que el que de verdad tenga hambre y sed de justicia será saciado (Mt.5: 6), que tu Hijo es verdadero pan y bebida, y que el que toma de él nunca más tendrá hambre o sed.

Así me encuentro yo hoy, satisfecho en ti, ya no vivo en un sueño o engaño de mi alma, y aunque aún quiero más y más de ti, de tu conocimiento, no es por necesidad, sino por placer.

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