Cada día tengo lecturas bíblicas en mis devocionales personales (leo toda la Biblia cada año), además de como matrimonio. A esto hay que añadir otros pasajes con los que me cruzo en mi trabajo o que me llevan las lecturas de libros.
Animo a cada cristiano a seguir estas costumbres o estos métodos u otros parecidos, pero reconozco que esto me crea un problema y un peligro.
El problema es que a veces me es difícil centrar mi pensamiento, corazón e intenciones en una idea concreta. ¡La Escritura es tan inspiradora!
El peligro es que puedo estar leyendo la Escritura de manera rutinaria y ritualista y errar a la vez de la misma manera.
Para intentar solucionar esto, desde hace ya algún tiempo tomo un versículo entre todos para que esté presente en mi oración y aplicación personal.
En ocasiones también puedo y quiero plasmarlo en papel.
Mi método, que no es único, ni es el mejor, es leer la Biblia entera en un año, en este orden:
Pentateuco – Evangelio Mateo – Históricos – Evangelio Marcos – Poéticos – Evangelio Lucas – Proféticos – Evangelio Juan – resto de Nuevo Testamento.
Si hago público ahora uno o dos de esos meses de anhelos no es para que otros los hagan suyos, pues son muy personales y torpes, sino para animaros a seguir una idea que a mí me ha resultado de bendición, pero adaptado al carácter y necesidad de cada uno.
El día está lleno de actividades mecánicas, que pueden requerir poca concentración. Esas pueden ser oportunidades para meditar en esa idea o pasaje bíblico, hacerte el propósito de buscarlo en tu vida y orar otra vez por ello.
Aquí presento los versículos escogidos en uno de esos años.
¡Ánimo!