“Mateo 8:14-18; Marcos 1:29-34; Lucas 4:38-41”
La esposa de Pedro.
Hoy vamos a hablar en primer lugar de una mujer que es una incógnita. No se sabe mucho de ella ni siquiera su nombre. ¿Quién es? La esposa de Pedro. En los tres pasajes que hemos leído se nos menciona a la suegra de Pedro y como el Señor la sanó, esto lo veremos con más detalle más adelante. Si Pedro tenía una suegra es porque estaba casado. ¿Qué sabemos de esta mujer?:
- Del apóstol Pablo aprendemos que la esposa de Pedro la acompañaba en algunos de los viajes misioneros, ayudándole (1 Corintios 9:5). No tenemos mucha información de ella, pero vemos que era una fiel compañera de Pedro y verdadera creyente, ya que le acompaña en sus viajes misioneros. Si no tuviera la misma fe y deseo de dar a conocer el evangelio se quedaría en su casa.
- Cuando el apóstol Pedro escribió sus dos epístolas y describió el ideal de mujer y de esposa (1 Pedro 3:1-8), ¿se inspiró en el ejemplo de su esposa? Le daba más importancia al espíritu afable y apacible, en lugar de un vestuario lujoso. Quizás por estos versículos y por no hablar mucho de ella, podemos decir que era una mujer que estaba entre cortinas, en secreto, ayudando y apoyando a su marido y siendo ejemplo a otras mujeres en las iglesias que visitaban, o quizás enseñando a las más jóvenes.
- La tradición dice que Pedro y su esposa murieron mártires en Roma y que ella murió primera, y cuando la sacaban para morir, Pedro la consolaba con estas palabras:”acuérdate del Señor”. Y cuando le llegó a Pedro su turno de morir, les suplicó a los verdugos que lo crucificaran bocabajo porque se sentía indigno de morir como su Señor.
La suegra de Pedro.
Ahora ya sí vamos a indagar un poco más sobre la suegra de Pedro, que al igual que su hija no sabemos cómo se llamaba.
Vamos a ver un poco el contexto de la situación. Jesús con Pedro, Andrés, Juan y Jacobo habían ido a la sinagoga un día de reposo. ¿Qué era la sinagoga? Era el lugar donde los judíos iban a adorar a Dios y a escuchar su Palabra. El día de reposo era el día de descanso para los judíos en el Antiguo Testamento, que era el sábado, no el domingo. La reunión en la sinagoga acababa a mediodía como nosotros con los cultos los domingos, acaban a mediodía y vamos a comer a casa toda la familia y muchas veces con hermanos en comunión.
Pedro invita a Jesús y a los demás a su casa a comer. Acababan de presenciar un milagro en la sinagoga, y al invitarle a su casa a comer le ruegan por la suegra de Pedro. Lucas que era médico nos dice que tenía una fiebre muy severa, muy alta, y cuando hay fiebre es que hay una infección que la produce. Ellos quieren que Jesús haga algo, reconociendo el poder que tenía y que acababan de presenciar en la sinagoga.
Los judíos y los fariseos se levantaban cada día y decían: “Te doy las gracias Dios porque no soy un esclavo, ni gentil ni una mujer”. Tenían una opinión de la mujer muy baja, pero Jesús con su acción muestra que no hay diferencia entre hombre y mujer delante de Él.
Se inclinó hacia ella, tocó su mano y reprendió a la fiebre. Es muy curioso que este término se usa casi exclusivamente para la gente, pero aquí Jesús lo usa o lo identifica con una enfermedad o fiebre. Él tiene poder sobre lo que debilita al cuerpo. No hay medicina, ni tratamiento médico. Lo único que hay es un poder sobrenatural y soberano sobre la infección.
Como resultado enseguida la fiebre la dejó. Este milagro de sanidad fue:
- Con solo una palabra o un toque de Jesús.
- Sanó al instante.
- Sanó totalmente, no hay recuperación o rehabilitación.
La respuesta: el servicio
Como respuesta de gratitud al Señor, ¿qué hizo ella? : levantándose ella al instante les servía. No perdió tiempo, fue una actitud no nueva sino que sugiere su práctica por la hospitalidad y su hábito de servir.
Aplicación
Vemos en estos pasajes que Jesús tiene poder sobre nuestros cuerpos, enfermedades, incluso endemoniados. Nos dice seguidamente que por la tarde noche muchos endemoniados y enfermos fueron curados por Jesús. No hay duda que Él es Dios.
Dejadme que espiritualice este pasaje. Hay una mayor enfermedad que la fiebre alta o cualquier infección, ¿sabéis cuál es? El pecado. Sí, el pecado que nos tiene pillados y está extendido por todo nuestro ser. Necesitamos que alguien nos sane de las consecuencias del pecado, que el la muerte espiritual, o sea la condenación (Romanos 6:23). Ese médico solo puede ser Jesús, muriendo en la cruz por nosotros, en nuestro lugar.
Por lo tanto si Él te toca y se acerca a ti, serás sano, salvo de tu condenación. Al igual que Él tiene poder sobre la naturaleza, nuestro cuerpo, también lo tiene sobre nuestras almas. Él vino a sanar y salvar lo que se había perdido. Es un regalo, no podemos hacer nada, Él ya lo hizo todo por nosotros. Como con la suegra de Pedro, ella no hizo nada, estaba muy enferma y fue Jesús el que se acercó a ella y la tocó y la sanó.
Así hace Dios con cada uno de nosotros si somos creyentes pero si no lo eres, acércate a Él, clama para que te sane y te salve.
La suegra de Pedro lo tenía muy claro lo que tenía que hacer, servir. Si tú has visto la mano de Dios salvando tu vida, ¡cuanto más no deberíamos servirle! Uno puede decir que ya no tenemos a Jesús para cocinarle y servirle de cualquier manera, pero lo que hagamos a uno de los creyentes lo estamos haciendo a Él. Luego sirviendo a la iglesia, al pueblo de Dios, le estamos sirviendo a Él. Sigamos su ejemplo en todo.
Gracias demos a Dios por estas mujeres anónimas e insignificantes, que ni siquiera conocemos sus nombres, pero Dios quiso que estuvieran en su Palabra para nuestro bien, y para aprender de ellas. Que así sea.