Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje, y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
¡Qué terco es el corazón del ser humano! Y así sería el mío si no fuera por tu Espíritu, Señor.
Acababan de salir, como quien dice, de un castigo claro y universal por su pecado y vuelven a la carga.
Cuando un gusto o temor, un propósito o ambición, anida en el corazón, qué difícil es arrancarlo de él. La naturaleza caída nos hace obtusos ante un pensamiento o deseo.
No permitas que anide en mí ningún deseo, pensamiento o gusto que tú aborrezcas, pues será más duro y doloroso hacerme desistir que evitarlo.
Dame sabiduría para ver los peligros antes de caer en ellos, humildad para reconocer mis errores, valor para enfrentarme a las tentaciones… Ayúdame a desistir antes de comenzar, a huir de lo que no podré vencer y a buscar todo lo que viene de ti sin tener que pelear.
Por otra parte, cómo me gustaría tener esta constancia, ese no desistir, en las cosas tuyas, en la santidad y fidelidad a tu palabra.