Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.
¡Cuán grande es tu misericordia para con nosotros, Señor! No solo quisiste salvar a Lot, sino también a su familia con él (v.22), le avisas (v.13) y le apremias (v.15) y si esto fuera poco, le tomas de la mano, tiras de él cuando se detienen.
Qué torpe fue Lot y qué torpe soy yo. ¡Cuán parecida es mi actitud a la suya!¡Me detengo, me entretengo, en tantas cosas banales cuando mi alma está al borde de tantos peligros! Tengo que aprender, asimilar, que lo urgente es lo eterno (Mt. 6:31-34, 10:28).
Te doy gracias Señor en este día por tu voluntad para salvarme de este fuego que yo mismo prendí con mi pecado, gracias por avisarme con esta palabra escrita entre mis manos, gracias por este Espíritu tuyo que me despierta y me apremia y gracias por esa mano tuya que me toma y no me suelta, que tira de mí y me aleja de todo daño y peligro que me acecha.
Ayúdame a correr más y más puestos los ojos en tu Hijo Jesús.