Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y yo bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo.
Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehová está contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y haremos pacto contigo, que no nos hagas mal, como nosotros no te hemos tocado, y como solamente te hemos hecho bien, y te enviamos en paz; tú eres ahora bendito de Jehová.
Isaac, igual que su padre Abraham, se encuentra entre los filisteos (Gen. 20:1-18) e igual que él, quiere disimular su relación con Rebeca (Gen. 26:7) (Gen. 12:10-20) (Gen. 20:1-18) pero no pudo y son descubiertos “jugueteando amorosamente” (Gen. 26:8).
No sé con certeza por qué Moisés narra estos acontecimientos tan parecidos, pero sí puedo ver que todos llevan al mismo resultado, la relación entre marido y mujer creyentes muestra ante los no creyentes en qué lugar Dios pone su bendición (Gen. 12:17; Gen. 20:3-7); Gen. 26:28ss).
Señor, ayúdame a amar a mi esposa de tal manera que otros vean que tú me bendices, que todos sepan que la gran diferencia entre nuestros matrimonios y los suyos, nuestro afecto fraternal y el de los demás, eres tú (Jn. 13:35).
¿Quién soy yo mejor que otros? También yo me dejo debilitar por los temores y tentaciones de este mundo donde me colocas, pero si tú estás conmigo, si tú me sostienes, me guías,… los demás podrán ver cuán grande y misericordioso eres que sostienes a un hombre tan débil y lo bendices en su vida, matrimonio y trabajo.