Gen 50Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

Al igual que en ese largo camino, conocido, agradable pero cansado, me gusta detenerme en la pequeña fuente de agua para refrescarme, así me ocurre en mi largo y regular paseo por Génesis. Me gusta detenerme en estas palabras de José al corazón de sus hermanos.

El Dios de Génesis es el Dios único y soberano, tiene control de TODO, más allá de mi comprensión, incluso de aquello que queda invisible a mis ojos y mi entendimiento.

A la misma vez yo, nosotros, los seres humanos pensamos y hacemos mal (acontecimientos como ejemplos llenan el libro de Génesis) y entonces, Él, toma algunos de esos malos propósitos y los encamina para bien.

¡Señor, de lo que me conozco a mí mismo me doy cuenta de que mis planes pueden estar guiados por mi mala cabeza, pero confío en que tú puedes encaminarlos para bien!

Quisiera estar hoy dispuesto a ser instrumento en tus manos, aunque eso pudiera ser perjudicial para mí. Que en manera alguna tome yo tu lugar. Que todo sea para tu plan y gloria.

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