Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
Tu palabra me dice a la vez que tú no mientes ni te arrepientes y que yo, como ser humano sí lo hago.
Sé que ha habido ocasiones en que tú has cambiado de obra u opinión porque cambiaron las circunstancias que lo condicionaban (Ex.32:14), pero a lo que te refieres es que yo puedo decir una cosa por otra, que soy mudable y mi corazón caprichoso, o que las circunstancias y personas lo sean y yo me deje influenciar por ellas. ¡Cuántas veces me temo, dije sí, cuando era no, y no, cuando era sí! ¡Cuántas veces hablaba con mi boca lo que no pensaba con mi mente o habla mi corazón inestable!¡
Pero tú Señor, eres firme, tu palabra no cambia y tus promesas o advertencias no pasan.
En este día necesito andar en suelo firme y descansar en roca fuerte y ese suelo y roca solo puedes ser tú.
¿Qué será mañana, y qué me deparará el nuevo día? Qué importa si en él estás tú y a ti puedo venir a buscar refugio seguro.