Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
Señor, llevaste por medio de tu Espíritu a tu hijo Jesús para ser tentado por el diablo, cuando tu palabra dice que no debe de ser tentado (Deut.6:16) ¿Por qué? Te pregunto y me pregunto. ¿Qué quieres decirme con esto?
Con esto me demuestras que él se identifica conmigo en todas mis luchas, es más, las luchó por mí y ganó y ahora también puede socorrerme (Heb.2:8; 4:15). Ya hoy, no me siento solo.
Pero sobre todo con aquellos cuarenta días de tentación brutal, Jesús mostró que él es Dios, que no debe ser tentado y no puede caer en ella.
Me recuerdas que yo puedo ser tentado por el diablo y probado por ti (Sant.1:13), que tú no buscas mi mal, sino mi bien, fortalecer mi fe. (1 Ped. 1:7)
Tú sabes bien que yo no puedo solo y que a la primera puedo caer, como la experiencia me ha enseñado. Gracias a que me ayudas a resistir y a encontrar la salida (1 Cor. 10:13)
Y por último si para tu Hijo fue tan central el uso de tu palabra, ¡Cuánto más para mí! Ayúdame a conocerla más y a usarla mejor.