Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
También yo podría tomar esta comisión a los 12 como mi propia comisión, aun cuando tengo en cuenta las diferencias. No, yo no he visto a Jesús, ni he estado con él como les ocurrió a ellos, ni puedo, por ejemplo, resucitar muertos. Pero sí puedo y quiero predicar el evangelio del reino, de Cristo. Que él vino a dar su vida por pecadores, a instaurar su reino en el corazón de muchos y del mundo…, pero ¿y esto de dar de gracia porque recibí de gracia?
Yo no soy como tú Señor, conozco mis límites y mis capacidades. No me cuesta nada entender lo que me pides, pero sí me cuesta aplicarlo.
Tú lo diste todo por mí sin pedirme nada a cambio, entre otras cosas porque nada había.
Me tienes que ayudar, Señor, en este día a dar de gracia, sin pedir, ni esperar nada. Dar tiempo, atención, afecto… y el mensaje del evangelio en toda oportunidad.
No permitas que mi tarea dependa de gratitudes, reconocimiento, palmadas en la espalda. Que tú, Señor, seas mi inspiración y mi paga, mi ánimo y satisfacción. En ti ya lo tengo todo.