Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.
Los discípulos se preocuparon por las condiciones sobre el matrimonio que Jesús expuso. Yo también me preocupo, tanto por mi propio matrimonio como por los que me rodean, dentro y fuera de la iglesia.
Queramos verlo o no, es difícil a la larga la convivencia, encajar dos piezas humanas tan complicadas.
Con razón tienes que decirnos, Señor, que la perseverancia y bien en la vida matrimonial nos tiene que ser dado, es un don (v.11).
Así también es en la soltería, buscada o no.
No importa tanto lo que nos venga en esta vida, matrimonio, soltería, viudedad, ruptura, lo que importa es que tú estés a nuestro lado y nos ayudes, nos des el don de tu presencia, de tu mano y tu consuelo.
Sea cual sea mi estado, que sea el modo de servirte y darte gloria. Puede que ahora me des el hogar como mi campo de servicio más próximo o que en un futuro me des a mí o a ella otra forma de hacerlo. Solo o acompañado ayúdame tú, no me dejes de tu mano.