¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?

Todo es tuyo Señor y te pido perdón por las veces que lo olvido.

Reconozco que no entiendo mucho de lo que haces y cómo lo haces. Los buenos sufren y los malos prosperan y me atrevo a sugerirte a que sea de diferente forma, hacer las cosas desde mi perspectiva.

En este día no quiero olvidar o ignorar que tú puedes hacer lo que quieras con lo tuyo y que todo es tuyo, pues eres creador y soberano; pero sé también que eres justo y que darás a cada uno lo que merece, ni más ni menos, y a la vez sé que eres misericordioso y que harás bien a los que no se lo merecen, como yo.

¡Cómo me satisface pensar que sí, que eres bueno conmigo, que soy de los de la hora undécima! (v.6). Me tienes que ayudar a pensar de esta manera con respecto a los demás que me rodean. Tú serás siempre justo con todos y a veces inmensamente misericordioso con algunos, y tengo que alabarte por ello. Aun así Señor, permíteme traerte en algunas ocasiones nombres para que obres con esa bondad tuya.