Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Tengo que confesarte Señor, que me cuesta dar, darte a ti y dar al César, así como dar a los demás.
Me gustaría comenzar este día dándote a ti en primer lugar, porque sé que mi relación contigo es la base de todo lo demás.
Tú no necesitas nada de mí en realidad y mucho menos dinero, cosas materiales o rituales, pero lo pides y quiero hacerlo, quiero darte de lo que tú me das, darte de mi tiempo, ofrecerte más de mí mismo, etc. y como me cuesta por este corazón mío, te pido ayuda.
Quiero también pagar mis tributos, responder a las demandas de esta sociedad y de estas leyes que nos gobiernan. Ayúdame a no poner las excusas, aunque sean ciertas, de sus injusticias y sus inmoralidades, pues sé que este mundo nunca llegará a ser de mi gusto, como no lo es del tuyo; pero es lo que tú pones y permites y es lo que nos toca vivir.
Ayúdame también a dar a otros, con sabiduría pero también con generosidad. Que no me cueste Señor dar lo que no puedo retener, ni necesitaré allá a donde iré. Mi tesoro ya está seguro en ti, allí.