Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma.
Cuando Josué despide a la tribu de Rubén, como a la de Gad y la media de Manasés (v.9) les dio unas ordenanzas para que mantuvieran su unidad con todo el pueblo al otro lado del Jordán y todas nacidas en la ley de Moisés:
- Amar a Jehová vuestro Dios
- Andar en todos sus caminos
- Guardar sus mandamientos
- Seguirle
- Servirle de todo corazón y con toda el alma
No me siento capaz en este momento de diferenciar cada una de éstas cinco partes, quizá todas forman una sola cosa o puede que sean el mismo mandato con diferente perspectiva. En todo caso yo, Señor, las quiero todas. Quiero amarte, seguirte y servirte. Centrarme en ti. Apartarme de todo lo que pueda apartarme de ti y acercarme a todo aquello que pueda acercarme más a ti.
Y esto lo encuentro en tu ley, en tus caminos y en tus mandatos, no en mis razonamientos ni en el de ningún otro y mucho menos de mi imaginación.
Y esta búsqueda, dependencia y servicio quiero que sea con el corazón y el alma, con todo el ser. Que no sea en parte de manera tibia o superficial, como quizá sea más veces de las que quisiera.
¿Y para esto quién es suficiente? Señor, ayúdame a ello.