Y las mujeres decían a Nohemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel.
La historia de Rut, Nohemí y Booz. Siempre nos detenemos más en el paso de fe de Rut (1:16-17), en el ejemplo de redención que nos presenta (2:20; 3:13) o que está en la genealogía de David y Jesús (4:22) (Mt.1:3-6). Pero hoy me paro en este versículo y me alegro.
Las mujeres de Belén se acercan a Nohemí, no para decirle que había sido muy valiente en medio de su desgracia y sabia en sus decisiones, que lo fue. No fue para decirle qué bendición era Rut con su fe y vitalidad, que lo era. No fue para decirle lo afortunada que era por tener un pariente como Booz dispuesto a redimir, aunque se perjudicara a sí mismo, sí para decirle qué privilegio era para todas ellas, mujeres, tener leyes como las de Israel, que tanto las protegían en contraste con otras leyes paganas de la época.
Lo que dicen es: “Bendito o alabado sea Jehová que hizo…”
Qué bueno sería, Señor, que nos dieras a todos ojos para ver y corazón para sentir tu mano en todas las cosas buenas que nos ocurren. Enséñame no solo a pedirte cuando la necesidad me apremia, sino a darte gracias y a alabarte cuando me liberas.
Y qué bueno sería también que me quitaras, nos quitaras, la envidia cuando a otros le sale bien su problema y en su lugar nos dieras gozo por ellos y alabanzas para ti. Loado seas tú Señor cuando haces que no le falte a mi hermano.