A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.
¡Qué hermosa plegaria la de tu siervo Salomón! (v12-53) y las palabras dirigidas al pueblo (v54-61). Ante ti, Señor, de rodillas (v54) y ante el pueblo de pie. Ante ti solo podemos pedir misericordia y mostrar gratitud y al pueblo que aplique y siga firme y fielmente tu palabra (v58-61).
Había varias razones para todas esas palabras y actitudes, su propio bienestar como nación y el reconocimiento de Jhwh. Pero yo me quedo con estas líneas para mí en este día en particular.
Que todo el mundo sepa; que el mensaje llegue a todos los pueblos y naciones, que nadie quede en la ignorancia y que nadie tenga fuerza para oponerse. Que podamos, que yo pueda, anunciar y responder a todos sus argumentos y excusas.
Que sepan que tú, Jhwh, el Dios de Israel, el Dios de las Escrituras eres Dios. Que no eres una fuerza impersonal, o una idea imaginaria para aliviar los temores, o una proyección o imaginación humana, o un dios más entre todos los demás. No, sino que eres el Dios de la historia y de la creación, el Dios personal, cercano, que se comunica; que da en abundancia pero que demanda; que bendice, pero exige responsabilidad, y que, ante ellos, salva o condena, perdona o castiga.
Que sepan que no hay otro Dios sino tú, que todo lo demás es neblina, vanidad, vacío. ¡O tú o nada!
¿Es esto posible? ¿Es solo una quimera? No importa, quiero ser fiel a esta palabra tuya y deseo de mi corazón.