Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.
Salomón ha finalizado el templo, el arca y demás utensilios santos son traídos a su interior (v.5,7), el pueblo está congregado (v.3) con los sacerdotes y músicos (v.11ss), comienza la música, la alabanza y te dicen: “Porque tú eres bueno y tu misericordia es para siempre”.
Entonces algo ocurre que me sorprende, quizá porque nunca me ha ocurrido, nunca lo he experimentado en esa forma e intensidad. Tu gloria llena de tal forma el lugar que incluso los sacerdotes no pueden estar allí para cumplir su trabajo, aún incluso siendo su trabajo el más importante y representativo que tu habías establecido, los sacrificios.
Si los sacerdotes son los únicos que pueden ofrecer la muerte del animal como imagen del que había de venir, Cristo el único y final sacrificio, ¿cómo es que se lo impediste? Si no podemos agradarte por causa de nuestro pecado y la única forma era que otra sangre nos limpiara delante de ti, ¿cómo es que no pudieron?
¡Ah!, claro, solo pude entenderlo cuando más adelante tú mismo, con tu sola presencia, actuaste de sacerdote, consumiendo el holocausto y la víctima (7:1).
Señor, ¿me permitirás algún día ver esto, que tú obres directa y de tal forma que yo sobre y tu gloria lo llene todo a mi alrededor?