En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo…
Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.
La idea que trae tu de despertar el espíritu tanto de Ciro, un tirano pagano, como de líderes judíos me es muy inspiradora en esta hora.
Mi espíritu, es decir mi ánimo, mi voluntad, mi capacidad de análisis… mi ser interior puede estar dormido. Quizá me levanté y comencé el día de una manera rutinaria y pensando que todo estaba bien, resulta que podía estar envolviéndome en mis tareas como un sonámbulo. Porque el hacer las cosas sin ti, lejos de ti es como hacer grandes cosas en sueños, es decir, nada.
Pero la esperanza es que tú obres, me zarandees y me despiertes, pongas el deseo y el intelecto y la oportunidad para que obre y que lo que haga de manera consciente sea para tu gloria.
En el caso de Ciro y quizá sin él entender el alcance de sus propias decisiones, le moviste a cumplir tu propia palabra (Jer.25:11; 29:10). No fue su poder, sino el tuyo.
En el caso de los miembros de tu pueblo, pensando ellos que ofrecían de manera voluntaria (v.6), en realidad fuiste tú quien puso ese deseo en ellos.
Padre, despierta mi espíritu, muéveme a cumplir tu palabra, a ofrecerte mis bienes de forma voluntaria.
En realidad estoy pensando y entendiendo en este momento porque quizá ya has despertado mi espíritu. Haz que sea así todo el tiempo.