Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.

Quiero pedirte, Señor, que a lo largo de este día y de los que puedan venir después, me ayudes a discernir lo que es tuyo primordialmente y lo que es de otros, y después que me ayudes a dar a cada uno su parte.

Soy muy crítico con los “césares” de mi tiempo y tiendo a buscar excusas para no dar o hacer lo que debo a otros. Los tributos, por ejemplo, se dedican en parte a asuntos totalmente contrarios a la ética de tu palabra, los derechos de autor de algunos productos son exagerados e invitan a la piratería, las demandas sociales están desajustadas y hay mucho abuso… Sí, Señor, lo haré aunque me cueste, pagaré mi tributo y honra a los hombres, cuando no te lo quiten a ti.

Señor, me he dado cuenta ahora de que en realidad hay veces que me cuesta darte a ti lo que es tuyo. Tiendo a conformarme a darte unos minutos al día, cuando el día entero es tuyo, a darte una pequeña parte del domingo, cuando tú demandas todo el día. Creo que cumplo dando mi diezmo y ofrenda de todo lo que tengo, cuando en realidad todo lo que tengo es tuyo. Me engaño pensando que cumplo con mi alabanza, lleno mi boca de alabanza, cuando lo debo hacer con todo mi ser, corazón, alma y mente.

Señor, ayúdame a dártelo todo, incluso cuando se lo doy al César.