JOB 19 26Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios;

Tengo poco que añadir a estas palabras de Job, (v.25-27) pues yo también me he sentido así algunas veces y, aunque gracias a tu misericordia hasta hoy no he llegado a ese grado de dolor, pérdida y desesperación, he conocido a otros que sí.

Piel pegada a los huesos (v.20), críticas y ataques desalmados (v.22), desgaste de cuerpo y ánimo (v.26, 27). No puedo, nadie puede, escapar de la dura realidad que nos rodea, de lo cruda e insensible que se presenta a veces esta vida, de los resultados amargos que trae el pecado o de los desesperados dardos envenenados que lanza el enemigo.

Pero aun en esa situación, aun estando en medio de la llama del dolor, o de la tormenta oscura y confusa, yo te tengo a ti Señor, redentor mío, pues sé que aunque a veces no sea tu voluntad librarme de estas duras sendas, sé que al final estás tú, que eres una realidad viva.

Sé que aunque tenga que deshacerme como cera quemada, al final te veré, Dios mío, y no en sueños o en mi mente, como hasta ahora, no en sentimientos o deseos de mi corazón, sino en mi carne, con estos ojos.

Por doloroso que pueda ser a veces caminar por este oscuro camino, nunca podrá superar el día que vea el resplandor de tu rostro.

 

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