Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia.
Padre, sé que estas palabras no son nuevas, y que puedo leerlas en otros lugares (Sal.111:10) (Prov.1:7; 9:10) (Ecl.12:15), sé que debería estar acostumbrado a ellas y que deberían ser mi pan de cada día, pero ya sabes que mi corazón es duro y terco. Ayúdame en esta mañana a aplicarlas y vivirlas más íntimamente.
Quiero ser sabio e inteligente y por eso me gusta estar informado, tener buenas e instructivas conversaciones y leer libros, pero me engaño a mí mismo, pues esto es solo una sabiduría populista de “noria”, localista, aunque abarque al mundo entero.
Se ha mejorado la medicina, la agricultura, la astronomía y otras muchas áreas, pero no se ha mejorado al ser humano, sigue habiendo hambre y nos estamos cargando la naturaleza.
Quiero ser sabio de verdad, traer beneficio a mi alma, paz a mi corazón y romper esta noria de pensamientos que no me lleva a ningún sitio. Por eso te pido, que me ayudes a acercarme más a ti, Padre, a conocerte y reverenciarte más a ti, y a hacerlo centrándome en tu Hijo, en la cruz, pues en él te conozco más, te siento y me gozo más.
Sé que lo más inteligente, por mi parte, es apartarme más del mal, del pecado, porque eso me hace mejor persona a tus ojos y me acerca más a ti.