Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.
No puedo imaginar mi vida, con todo aquello hermoso que me rodea: mi esposa, familia y amigos. La vista no se cansa de ver tanta luz y colores, el paladar me hace disfrutar de la comida, un paseo por la naturaleza, una buena conversación con amigos, el reposo en mi cama cuando estoy cansado, una buena lectura… La lista de las cosas buenas de la vida puede ser interminable. Todo lo que tú nos has dejado y forma parte de la vida es bueno y para bien, y necesitaríamos más vidas para poder sacarle toda la esencia que podría darnos.
Pero, Padre, te prefiero a ti por encima de todo, y de todo lo que tú puedes darme o mostrarme de tu persona, lo mejor y más extraordinario es tu misericordia.
En los momentos de soledad no deseada tú continúas a mi lado, tú eres luz para mi alma y tu palabra mejor que la miel, tú haces que la tormenta sea calma y sosiego, e incluso en mi reposo, sé que eres tú quien me limpia de malos sueños.
Y todo eso por pura gracia, sin merecerlo.
Te alabo, Padre, por ser quien eres y ser mejor que la propia vida que me has regalado.