Dios, tú conoces mi insensatez, Y mis pecados no te son ocultos. No sean avergonzados por causa mía los que en ti confían, oh Señor Yahveh de los ejércitos; No sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
Señor, este temor es el que más me perturba. El poder llegar a ser yo causa de tropiezo a otros. Yo también me reconozco insensato y pecador. Si lo hace tu siervo David ¿cómo no lo voy a hacer yo? Mi pecado se manifiesta de muchas maneras, tú lo sabes bien Padre. En mi carácter para con los que están cerca de mí, en mis palabras fuera de lugar e hirientes, en mis obras con desgana.
Podría seguir, me temo, de manera interminable y eso me entristece, pero sé que no puedo quitar totalmente el pecado de mi persona. Ahora bien Padre, lo que te pido hoy, como te he pedido tantas veces, es que no permitas en manera alguna que yo sea causa de vergüenza a los que en ti confían o que sea confusión a los que te buscan. Al contrario, quiero ser ayuda para alabanza de tu pueblo y señal o guía para los que te buscan.
¡Cómo podría yo estar delante de ti y mirar a la cara de aquellos que les he causado daño o dificultad en su relación contigo!
No quiero que ocurra hoy, ni mañana, ni nunca, y si un día pierdo el control de mi cabeza o voluntad, entonces, Padre, silénciame. Si te soy útil ante otros, úsame, pero si no, llévame contigo.