Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha.
Me es difícil en esta mañana escoger unos versículos de todo el salmo para poder concentrar mi meditación. Me pasa muchas veces porque toda tu palabra me lanza como rayos de luz que me alumbran o bocados de manjar que me satisfacen.
¡Cómo me definen estas palabras de Asaf! Yo también mezclo en mi mente mi devoción a ti, Señor, y cierta envidia de la prosperidad de los impíos (v.1-2) y me hago las mismas preguntas por lo injusto que me parecen las cosas.
Pero al menos ahora entiendo que mi amargura es la que me trae esta falta de entendimiento, ¿o es mi falta de entendimiento la que trae amargura a mi alma?
No permitas Señor que me obsesione por las riquezas de aquí y me olvide de ti; porque éstas quedarán aquí, serán solo un sueño (v.17-20), pero tú me llevas de la mano a lugares más gloriosos (v.24), tú eres mi esperanza e innumerables tus obras. Teniéndote a ti, nada en tierra o cielo importa. Aunque pueda desfallecer y gastarme, tú eres mi roca y mi porción (v.26). Y no por mi esfuerzo, sino por tu gracia.