Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya, Y se acordaban de que Dios era su refugio, Y el Dios Altísimo su redentor.
Se me presentan en este día, tremendamente esperanzadoras estas palabras tuyas, Señor. Quizá en otra ocasión mi atención sería dirigida a otra parte del salmo donde se habla de tu enojo y castigo por el pecado o donde se trata de otras formas de misericordia a pesar de ese pecado ¡tu palabra es tan rica y profunda!
Lo que ahora me seduce es ambas cosas, tu castigo y tu gracia, en una mezcla sorprendente. Puede ser que tú hagas morir a alguien por causa de su pecado y que a la vez uses esa experiencia dolorosa para hacerle volver a ti y encuentre refugio y redención.
Por un lado puedo ver cuán serio y grave es el pecado delante de ti como para quitar la vida y por otro, ver cuán grande es tu misericordia como para dar oportunidad en el último instante y no perder la eternidad.
Esta verdad me trae esperanza y consuelo, pues cuántas veces hemos podido ofrecer el evangelio a moribundos pensando que en tu gracia les permitirás venir al arrepentimiento y fe para su salvación.
Permíteme, Señor, que me aferre a esto para que pueda seguir creyendo que hay esperanza hasta el último instante.