No a nosotros, oh Yahveh, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.
Quiero hacer mía en esta mañana esta petición, que me parece como un grito desesperado.
Tiendo muchas veces a pedirte que me des, que me libres de problemas, que me bendigas y hagas reconocer a los que se me oponen, la verdad de mis razones. Pero me doy cuenta ahora que el centro de esas peticiones soy yo, querer ponerme en el centro y quizá buscar mi propia gloria.
No, no me des a mí gloria y honra si eso, de alguna forma, te la resta a ti. Glorifica solo tu nombre, que es lo más hermoso y valioso. Hazme instrumento de tu gloria en mi persona y en mis obras.
Muchas son las razones para que te glorifiques a ti mismo, pero resalto estas dos que dice tu salmo: tu misericordia y tu verdad.
Me temo que si miras con atención mi corazón encontrarás algún tipo de idolatría. Ten misericordia, Señor, con él.
¡Cuán grande te hace ante mis ojos tu palabra y saber que eres fiel en tus promesas!.
Haz de tal forma tu obra en mí, que solo a ti puedan darte gloria.