La cual abandona al compañero de su juventud, Y se olvida del pacto de su Dios.
Sé que debo entender aquí que lo que se aplica a esa mujer, se puede aplicar a mí.
Abandonar a la compañera de mi juventud, el serle infiel, es olvidarme de mi pacto con Dios.
De qué manera tan sublime unes aquí mi pacto matrimonial y mi pacto espiritual, los dos pactos más importantes en este mundo.
Mi relación contigo influirá en mi relación con mi esposa y, a la vez, mi relación con ella afectará a mi relación contigo.
Con razón dice tu palabra que no puedo hablar de amor por ti si no amo a mi hermano (1 Jn. 4:20).
Ayúdame en este día a mejorar mi matrimonio, a limar asperezas entre nosotros, para tener mejor y más íntima reunión contigo.
Ayuda a fortalecer mi pacto y relación contigo, para, así, amar y ser amado más por mi esposa.
Obra de tal forma que si ya no puedo imaginar la vida si ti, tampoco la pueda imaginar sin ella.
Sé que ella y yo somos imperfectos, y podemos llegar a sernos dañinos el uno al otro, pero tú no, tu amor es sincero y más fuerte que la muerte, y que, por tanto, igual que no permitirás que me aleje de ti, no permitirás que me aleje de ella.
Tú, ella y yo. ¿Qué más puedo pedir?