Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace.
Señor debes de encontrar el adulterio como algo muy terrible a tus ojos, solo por ver las veces que nos adviertes, o quizá también por lo fácil que es caer en él.
Debo de tener siempre muy presente este peligro, primero porque te ofende a ti, segundo por lo que le ofende a ella, mi esposa, tercero por los daños irreparables que se pueden causar (v.33-35) y por último, e igual de grave, por el daño que haría a mi alma, ya de por sí delicada.
Sé, tu Hijo lo enseñó de manera muy clara, que esta infidelidad no es solo carnal, sino también mental (Mt. 5:28) (Deut.5:21), y esto me hace estar más alerta ¡Cuán terrible y vergonzoso puede ser el mundo de mi imaginación!
¿Por qué hay tantos hombres, y mujeres, tan faltos de entendimiento, tan faltos de cordura? Incluso, Señor, entre los de tu pueblo. ¿Por qué se arriesgan a jugar con la salud de su alma, hasta el punto de pudrirla?
Tengo que aprender para mí mismo que la salud de mi alma tiene que ver con la salud o limpieza de mi sexualidad y que esta tiene que ver a la vez con mi mente.
Cuanto más sabio, es decir temeroso de ti (1:7), más amaré a mi esposa y por tanto más salud daré a mi alma.