Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia.

Cuando hablas aquí en tu palabra de comprar la verdad, la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia ¿te estás refiriendo al conocimiento en general, o a ese especial que solo se alcanza por medio de la fe o temor en ti (2:7; 28:28)? A veces no me es fácil distinguirlas en este libro y aunque sé que ambas son muy necesarias en mi vida, la última lo es más.

Necesito entender también el concepto de comprar, pues sabiendo tú que yo no podía ofrecer nada, me enseñaste que yo podía venir y comprar sin dinero (Is.55:1), me ofreciste la Verdad, el Logos, tu Hijo (Jn.1:1; 14:6). Más que comprar yo, me compraste tú ofreciendo todo con él. ¿Qué puedo yo ahora ofrecer por la verdad si tú lo diste todo?

Si te refieres a que yo debo ser más sabio en las cosas de aquí, que tengo que alcanzar más raciocinio y sentido común, y que tengo que aplicar más y mejor tus principios y mandatos que aquí me das, y que por tanto, tengo que esforzarme más; sí, reconozco que me hacen falta y que he de esforzarme más. Incluso para esto, Señor, te pido ayuda.

No, no hay peligro de que después de adquirir esta verdad, sea cual sea de ambas, vaya yo a venderla o cambiarla por nada. Nada hay comparable.