Porque siete veces cae el justo y vuelve a levantarse;  Mas los impíos caerán en el mal.

Tu palabra ya lo da por hecho, caer caeré. Mi naturaleza caída y débil, las  circunstancias que me rodean, los ataques y tentaciones del maligno, me hacen tropezar, manchar mi alma, dañar mi relación contigo.

No me escondes la cruda realidad de lo que soy y de que no lo puedo evitar. Hasta siete veces, sabiendo que este es un número muy representativo. Las caídas espirituales, en la tentación, me acompañarán toda mi vida (j Jn.1:8,10). Esta verdad, esta confesión en tu presencia ahora, no es una excusa, sino algo que me humilla y avergüenza. ¡Cómo me gustaría estar limpio de manos, ojos, mente, corazón,… delante de ti! Pero me miro y me veo la mayor parte del tiempo caído en el suelo, sucio y herido, pero…

Siempre vuelvo a levantarme. Gracias Señor que ante esa cruda realidad siempre está esta otra gloriosa y bendita verdad; que no me dejarás caído, que me restauras, me haces sentir tu perdón una y otra vez. Tengo la seguridad de que son tantas las veces que yo caigo como las que tú me levantas ¡Bendita sea tu gracia!

Triste es el fin de aquellos que caen en el mal y no pueden levantarse. Ayúdame a evitar que sean tantos los que se pierden.