El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable.
Oír la ley y la oración van juntos, no puedo, ni intentar separarlas. Entiendo la primera como la de oír tu palabra o conocer tu voluntad y la segunda la de hablarte a ti, Señor, para pedirte, mostrarte gratitud o interceder por otros, Por tanto, es como una conversación entre tú y yo, como la de esta noche.
Tú ya conoces antes de que yo ore, y yo ya conozco tu ley y palabra por las tantas otras veces que la he leído, pero aun así, qué gratificantes son estos momentos en que dialogamos. Sí, sé que podían ser más largos y no lo son por mi culpa, pues tú siempre estás dispuesto y no te cansas.
Sí, ya sé que oír tu palabra no es algo físico, sino que tiene que ver también con el corazón y la voluntad, pero para eso también oro, para que me ayudes a obedecer en lo que me mandas y que lo haga con placer.
No quieres un monólogo en el que yo solo hable y no escuche, o que solo lea o escuche tu ley pero no obedezca, esto para ti es abominable.
Quiero pedirte, Señor que me ayudes a llevar a cada día de mi vida estas dos cosas de la mano, a tener más de tu palabra y más oración, a pasar más tiempo contigo, yo clamándote y tú mostrando tu voluntad, sentir en medio de este silencio de ahora que tú me escuchas y yo te escucho. ¡Gracias!