Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
Tres cosas sobre la mujer dice aquí tu palabra, en las que quiero meditar. Creo que debo aplicarlas también en mí, aunque sea hombre, pues son principios generales y porque debo buscar las correctas y no dejarme engañar por las incorrectas.
No dices que la gracia sea mala en sí misma, pues en otros lugares críticas a la mujer rencillosa o de mal carácter. Tú quieres que la persona y la mujer en particular sea cuidadosa y dulce en su hablar, amable en el trato o atenta en su aspecto. Pero sí es cierto que todo eso puede ser aparente, pues un aspecto externo de gracia puede guardar un corazón pobre e intenciones sucias.
A la hermosura le pasa otro tanto, pero hay que tener en cuenta que es pasajera, diferente según el contexto cultural, por ejemplo, y que lo que tú llamas hermoso puede ser muy diferente a lo que otros y sus modas llaman hermoso. Tengo que ver la hermosura con tus ojos y no con los del mundo.
Lo que tú buscas, esperas y bendices, es el temor a ti; la dependencia en tu gracia, la gloria a tu nombre, la obediencia a tu voluntad.
Esto al final es lo que perdura, lo que hermosea el rostro y hace grato el trato. Esto es lo que tú alabas y al final alabarán otros. Esto es lo que busco para mí y para otros.