Porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
Es fácil decir que creo estas palabras, que para ti, Dios mío, no hay nada imposible, si la tomo de una manera ligera y difuminada, pero cuando la traigo a la realidad del cada día me resulta diferente y me implica y complica mis razones.
Poniéndolo de forma afirmativa dices: “Todo es posible para mí” ¿Todo? Cuando pienso en tu poder recuerdo cómo separaste el mar y paraste el sol, y cosas parecidas pero… ¿dejar embarazada a una mujer que no conocía varón y que aquello iba contra toda razón y que con toda seguridad ella no quería porque le traería un montón de dificultades en su entorno?
Para convencerla le mostraste que ya hiciste cosas parecidas anteriormente (1:7,36). Y ella entonces se deja completamente en tus manos.
En esta mañana pienso en mí mismo y en que tú puedes hacer cualquier cosa conmigo, sin pedirme cuentas, sin darme razones, ya sea razonable o no, bueno o malo a mis ojos, honorable o no ante los demás… pero ¿estoy yo preparado?
Ayúdame Señor a que cuando se haga tu voluntad en mí, y puede ser cualquier cosa, esté yo preparado.