Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.
Señor, yo soy como ese endemoniado gadareno. No, no puedo comparar mi estado espiritual antes de mi conversión con el suyo, pero sí puedo imaginar qué habría sido de mí si tú no hubieras salido a mi encuentro.
Pero sí puedo ver y decir cuántas cosas has hecho conmigo a lo largo de mi vida.
Puedo recordar en esta hora dónde estaba como joven perdido y confundido, creyendo saber y siendo un necio. Recuerdo el poder e influencia de tu palabra en mí, como fue doblegando o iluminando mi mente. Recuerdo el día que mirando hacia atrás descubrí que ya era otro.
Pienso en todos esos momentos, hasta hoy mismo, en los que he podido gozar en la comunión contigo, meditar en los frutos de la cruz para mí, en este caminar de la mano de Cristo como Señor y Salvador, de las veces que aunque he caído, me has levantado.
Tengo muchas cosas que decir sobre ti y de tu obra, no puedo callar, no debo callar.
Dame ánimo, dame celo, dame oportunidad, dame sabiduría, constancia, oídos que oigan, etc… porque contenido, razones, obras tuyas ya tengo más que suficientes.