Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia.
Otra vez me traes juntas tu ira y tu misericordia, Padre. Esto me muestra cuán importante es que te veamos siempre desde estas dos perspectivas y siempre al mismo tiempo. Verte solo con tu justa ira me llevaría a la desesperación a causa de mi pecado y mi culpa. Verte solo con tu bondad y misericordia, quitaría mi temor al pecado y la preocupación de ofenderte. Tener unos días tu ira y otros tu misericordia no traería sobre mí sino trastorno y desequilibrio, emocional y espiritual.
Al hablarle a tu pueblo, a Sión (v.14), le muestras siempre tu desprecio al pecado, y tal desprecio, que no permites delante de ti a nadie que lo lleve y que te mueve a condenarlo y castigarlo. No podrías ser Dios de otra forma.
Pero también le dices, que tu buena voluntad, porque es tu soberana decisión, trae sobre el pecador misericordia, perdón de pecados, restauración para una nueva comunión contigo.
Esta es mi situación y mi sabiduría, que me hace una nueva criatura, hijo tuyo, delante de ti y delante de todos: saber y experimentar que tú eres justo conmigo y a la vez misericordioso. Esto es lo que da valor a mi mensaje: que estás airado con el pecado, pero quieres ser misericordioso con el pecador.